La mayoría de las agresiones a menores están protagonizadas por personas cercanas al entorno del niño: padres, vecinos, amigos, profesores o cuidadores. El maltrato abarca todas las formas de malos tratos físicos (mas fáciles de detectar) y emocionales: El abuso sexual, la explotación comercial o de otro tipo, el descuido o la negligencia, así como el daño real o potencial para la salud del niño, la supervivencia y el desarrollo de su dignidad.
Con la niñera: dejar al niño en manos de una persona desconocida es muy duro, por ello es imprescindible llevar a cabo una rigurosa selección y comprobar referencias. También es conveniente pasar unos días al lado de la niñera para observar su trato con el niño y su profesionalidad.
Para detectar si el niño recibe un trato correcto por parte de su cuidador, hay que observar sus reacciones. Aunque no sepa bien disimular sus sentimientos, en el momento en que tiene un problema no siempre sabe como comunicarlo. Si algo no funciona lo demostrará con determinados signos que habrá que analizar e interpretar. Por ejemplo, si la niñera regaña al niño y éste se encoge y se muestra muy asustado puede ser una clara reacción ante malos tratos.
Si hay cualquier sospecha es conveniente que los padres intenten estar físicamente con la niñera durante su turno de trabajo. Si no es posible, al menos aparecer por sorpresa en el hogar. Se trata de comprobar que está pasando.
En el colegio: El profesor es, junto a los padres, la figura de referencia del niño en sus primeros años. En la escuela pasa muchas horas, casi la mitad de las que pasa en el hogar si descontamos las que está durmiendo.
Dilucidar si el malestar del niño se debe a algún maltrato psicológico por parte de los maestros o simplemente significa que prefiere estar en casa con mamá puede ser más difícil de lo que parece. Habrá que estar atento al comportamiento general del pequeño, aunque lo más importante es que los papas conozcan bien a sus hijos. Que sepan cuando mienten o cuando están diciendo la verdad. Y esto solo se consigue creando una corriente de confianza entre ambos.
Para detectar si el niño recibe un trato correcto por parte de su cuidador, hay que observar sus reacciones. Aunque no sepa bien disimular sus sentimientos, en el momento en que tiene un problema no siempre sabe como comunicarlo. Si algo no funciona lo demostrará con determinados signos que habrá que analizar e interpretar. Por ejemplo, si la niñera regaña al niño y éste se encoge y se muestra muy asustado puede ser una clara reacción ante malos tratos.
Si hay cualquier sospecha es conveniente que los padres intenten estar físicamente con la niñera durante su turno de trabajo. Si no es posible, al menos aparecer por sorpresa en el hogar. Se trata de comprobar que está pasando.
En el colegio: El profesor es, junto a los padres, la figura de referencia del niño en sus primeros años. En la escuela pasa muchas horas, casi la mitad de las que pasa en el hogar si descontamos las que está durmiendo.
Dilucidar si el malestar del niño se debe a algún maltrato psicológico por parte de los maestros o simplemente significa que prefiere estar en casa con mamá puede ser más difícil de lo que parece. Habrá que estar atento al comportamiento general del pequeño, aunque lo más importante es que los papas conozcan bien a sus hijos. Que sepan cuando mienten o cuando están diciendo la verdad. Y esto solo se consigue creando una corriente de confianza entre ambos.
En la guardería: El niño va a la guardería a muy corta edad; si ya es complicado descubrir algún mal trato en el colegio aun lo será mas aquí. Desgraciadamente, solo la observación cotidiana de los padres, que no la obsesión, pueden indicar que alguna anomalía se está produciendo en el centro.
Finalmente, hay que recordar que prevenir es mejor que curar. Elegir el centro adecuado es cuestión de suerte pero también de tiempo. Los padres deben buscar referencias de la guardería a la que piensan llevar a su hijo entre otros padres, amigos y vecinos que ya conozcan su funcionamiento. Estas pueden ser algunas señales de alarma a tener en cuenta: Pierde el apetito, tiene los ojos tristes, se aferra a sus padres pero sin contar lo que le pasa, llora injustificadamente, se manifiesta agresivamente con los hermanos pequeños, dibuja formas inquietantes o utiliza colores oscuros.
Finalmente, hay que recordar que prevenir es mejor que curar. Elegir el centro adecuado es cuestión de suerte pero también de tiempo. Los padres deben buscar referencias de la guardería a la que piensan llevar a su hijo entre otros padres, amigos y vecinos que ya conozcan su funcionamiento. Estas pueden ser algunas señales de alarma a tener en cuenta: Pierde el apetito, tiene los ojos tristes, se aferra a sus padres pero sin contar lo que le pasa, llora injustificadamente, se manifiesta agresivamente con los hermanos pequeños, dibuja formas inquietantes o utiliza colores oscuros.
POR: PATRICIA CÁCERES VALDIVIESO