Aprender a comer 'de todo'
Educar los hábitos alimenticios de los niños es una tarea fundamental para los padres.
El sentido del gusto se educa en la medida en que los padres lo practiquen frente a los más pequeños.
La infancia es tiempo de aprendizaje, y esto incluye el sentido del gusto y el placer por los alimentos diferentes. A menudo creemos que los niños están condicionados a tomar sólo 'comida para niños', que suele ser alta en carbohidratos y en grasa, y pobre en fruta y verdura. Sin embargo, hay que aprovechar la capacidad de experimentación de los más pequeños para introducir entre sus hábitos todo tipo de alimentos, incluidos los más exóticos. Esto conlleva un doble beneficio: la variedad de estímulos es un aliciente para su inteligencia, y una alimentación variada es más sana que una que gira siempre en torno a los mismos platos. La psicóloga infantil Alicia Fernández-Zúñiga recalca la vital importancia de los padres durante este proceso. Los niños aprenden mucho más de lo que ven que de lo que oyen; es decir, no sirve de nada insistir y repetirles que prueben o coman algo diferente si ven que sus padres no lo hacen. El famoso 'predicar con el ejemplo' es absolutamente imprescindible frente a los más pequeños, y el sentido del gusto se educa en la medida en que los padres saben disfrutar del mismo e imponer unas reglas en la comida. Los límites y criterios a la hora de comer están permitidos, y hay que evitar ceder ante los caprichos gastronómicos de los 'peques': los padres serán las guías para que, aunque luego algo no les guste, sí prueben de todo. Comer fuera de casaLos restaurantes plantean un problema mayor a la hora de salir a comer con los pequeños. Los menús infantiles suelen estar domiandos por platos en los que abundan las grasas, y son poco recomendables para educar a los niños en los hábitos del buen comer. Por eso, es mejor pedir medias raciones o compartir con ellos platos, para así acostumbrarles a acceder a alimentos nuevos estén donde estén.
Educar los hábitos alimenticios de los niños es una tarea fundamental para los padres.
El sentido del gusto se educa en la medida en que los padres lo practiquen frente a los más pequeños.
La infancia es tiempo de aprendizaje, y esto incluye el sentido del gusto y el placer por los alimentos diferentes. A menudo creemos que los niños están condicionados a tomar sólo 'comida para niños', que suele ser alta en carbohidratos y en grasa, y pobre en fruta y verdura. Sin embargo, hay que aprovechar la capacidad de experimentación de los más pequeños para introducir entre sus hábitos todo tipo de alimentos, incluidos los más exóticos. Esto conlleva un doble beneficio: la variedad de estímulos es un aliciente para su inteligencia, y una alimentación variada es más sana que una que gira siempre en torno a los mismos platos. La psicóloga infantil Alicia Fernández-Zúñiga recalca la vital importancia de los padres durante este proceso. Los niños aprenden mucho más de lo que ven que de lo que oyen; es decir, no sirve de nada insistir y repetirles que prueben o coman algo diferente si ven que sus padres no lo hacen. El famoso 'predicar con el ejemplo' es absolutamente imprescindible frente a los más pequeños, y el sentido del gusto se educa en la medida en que los padres saben disfrutar del mismo e imponer unas reglas en la comida. Los límites y criterios a la hora de comer están permitidos, y hay que evitar ceder ante los caprichos gastronómicos de los 'peques': los padres serán las guías para que, aunque luego algo no les guste, sí prueben de todo. Comer fuera de casaLos restaurantes plantean un problema mayor a la hora de salir a comer con los pequeños. Los menús infantiles suelen estar domiandos por platos en los que abundan las grasas, y son poco recomendables para educar a los niños en los hábitos del buen comer. Por eso, es mejor pedir medias raciones o compartir con ellos platos, para así acostumbrarles a acceder a alimentos nuevos estén donde estén.
por: maría alcázar gonzález